El 1 de febrero de 1978 el guitarrista fallecía luego de ser embestido por una camioneta al borde de la Ruta 27, en Benavidez, mientras comenzaba una travesía de 750 kilómetros a caballo, que iría desde Plaza de Mayo a Yapeyú para homenajear al General San Martin.
Cafrune nació el 8 de agosto en 1937 en la finca «La Matilde» de El Sunchal, provincia de Jujuy, cursó sus estudios secundarios en San Salvador de Jujuy mientras tomaba clases de guitarra.
En 1957 formó su primer grupo conocido como Las Voces del Huayra. Con esta formación grabó su primer disco. Luego fue convocado al servicio militar obligatorio, disolviendo así el grupo. Luego Cafrune junto a Tomás Campos, Gilberto Vaca y Javier Pantaleón, forman un nuevo grupo, «Los cantores del Alba», seguidamente el músico decide continuar su camino en solitario y abandona el grupo.
En 1960 debuta como solista en el Centro Argentino de la ciudad de Salta para emprender inmediatamente su primera gira que lo llevaría por las provincias de Chaco, Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires.
En 1962 decide probar suerte en el Festival de Cosquín y viaja a la ciudad cordobesa y consigue un lugar para actuar fuera de cartel, consagrándose por elección del público como primera revelación, luego vendría el primer disco solista y la consagración definitiva.
En 1967 presenta la gira «De a caballo por mi Patria», en homenaje al Chacho Peñaloza.
En esta gira Cafrune recorrió el país al estilo de los viejos gauchos, llevando su arte y su mensaje a todos los rincones. La gira fue un gran éxito si se tienen en cuenta los verdaderos objetivos que se habían propuesto.
En 1974 Cafrune fue convocado para integrar unas comitivas artísticas argentinas que visitaron los Estados Unidos y España. El éxito en la península ibérica fue fabuloso, y Cafrune llegó a radicarse allí por varios años.
En el festival de Cosquín de enero de 1978 cuando su público le pidió una canción que estaba prohibida, “Zamba de mi Esperanza”, Cafrune accedió argumentando que "aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar".
El 31 de enero de 1978, a modo de homenaje a José de San Martín, Cafrune emprendió una travesía a caballo para llevar desde Plaza de Mayo hasta Yapeyú, lugar de nacimiento del libertador, un cofre con tierra de Boulogne Sur Mer, lugar de su fallecimiento.
Esa noche, a poco de salir, fue embestido a la altura de Benavídez por una camioneta Rastrojero roja conducida por un joven de 20 años, Héctor Emilio Díaz, quién luego se dió a la fuga. Cafrune falleció ese mismo día a la medianoche.
Si bien hay indicios y algunos aseguran creer que se habría tratado de un asesinato planificado por parte de la dictadura militar y ordenado por el coronel Carlos Enrique Villanueva, encargado del centro de detención clandestina de Córdoba, el hecho nunca fue esclarecido.
Cuando Cafrune fue embestido, a poca distancia de la ciudad de Benavídez, sobre la banquina izquierda de la ruta 27, al tranco rumbo Pacheco, cabalgaba acompañado por su amigo Fino Gutiérrez.
Según las revelaciones de Paíno, un ex agente de la Triple A exiliado en Uruguay, "Cafrune no podía ser ejecutado secuestrado, sino que se necesitaba planificar algo más complejo para que quedara impune".
Con el tiempo se descubrió que el joven conductor concurría en forma permanente al Ministerio de Bienestar Social para retirar papel que se derrochaba", dice el relato de Paíno.
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Cafrune salió a eso de las 11 de la mañana, con su hijo Facundo adelante en el recado, unos pocos gauchos lo escoltaron los primeros kilómetros, desde ahí sigue solo con su compadre Fino Gutiérrez.
Según allegados y amigos, él mismo en un asado, tres días antes de subirse a su caballo confirmó que venía recibiendo amenazas. "No tengo miedo, soy hombre libre, haré la cabalgata y llevaré la tierra francesa aunque me maten".
Ese mismo día de su muerte, el 1º de febrero de 1978, el conductor es identificado como Héctor Emilio Díaz, un muchacho de 20 años. También trasciende que la camioneta, una Dodge roja con chapa de Capital, hasta unos años antes era utilizada regularmente por su padre para retirar papeles usados del Ministerio de Bienestar Social y venderlos por kilo. A Díaz lo dejan en libertad por una ley de tránsito de 1949 que dice que los jinetes pueden ir por la banquina con tal de que lo hagan de uno en fondo. Según vecinos, al poco tiempo, el implicado y su familia desaparecen de la zona.