En el último año, Molino Cañuelas no ha dejado de ser noticia en los medios nacionales debido a una serie de problemas financieros de los cuales la compañía local, pero de proyección internacional no logra salir.
En septiembre de 2018 los inconvenientes financieros de Molino Cañuelas llevaron a la apertura de un proceso de 25 meses de conversaciones con los bancos, que al mes de marzo de 2019 redundaron en el pedido de concurso por parte del Macro.
Cabe recordar que en enero de 2018 la empresa estaba endeudada por unos 760 millones de dólares. En ese marco, la compañía decidió salir a las bolsas de valores de Buenos Aires y de Nueva York, una forma de recaudar unos 330 millones de dólares con los que reduciría sus deudas bancarias.
Sin embargo, dos olas de devaluaciones sacudieron al país y derribaron la apuesta, por lo que la empresa volvió a pedirle dinero a los bancos, llevando sus deudas a los 1.400 millones de dólares.
En marzo del año pasado, el banco Macro directamente pidió la quiebra entre rumores de maniobras fraudulentas. Puntualmente, las especulaciones hablaban de hasta 300 millones de dólares retirados de las cuentas de Molino Cañuelas, maniobra que la empresa niega rotundamente.
En abril de 2019 recibió un préstamo de 6,4 millones de dólares en concepto de adelanto de exportaciones del BICE -pese a que ya estaba en default- que le permitió sostener la actividad.
Los casi 40 acreedores -entre los que figura también el Banco Nación - que al igual que con Vicentín es el que más expuesto quedó-, el HSBC, Rabobank y el Galicia -el que le otorgó un crédito de 30 millones de dólares apenas días antes de que la empresa decidiera suspender los pagos-, designaron un representante para la negociación y el seguimiento de la empresa. Se trata del contador Juan José López Forastier, experto de agronegocios de Deloitte y que en Molino Cañuelas aseguran que solo es un veedor.
Según cuenta el sitio La Política On Line, con el Galicia las deudas ascienden a los 30 millones de dólares, con Rabobak a 15 millones y con el HSBC, a 50 millones de dólares.
Pero las negociaciones se trabaron porque los acreedores no están cobrando y no hay unanimidad entre los bancos respecto del curso de acción: forzar a Molino Cañuelas a pedir el concurso de acreedores o directamente pedir la quiebra y liquidar Molino Cañuelas para poder recobrar el activo. Desde la empresa, con la asesoría de Lazard y Columbus, por el contrario, creen que todavía existen "buenas posibilidades de llegar a un acuerdo privado".
Desde el mismo sitio consultaron a la empresa y aseguraron que "si bien el detalle de las negociaciones es confidencial el documento más reciente habla de una transferencia de activos para cancelar una parte importante de la deuda y el saldo restante en un plazo razonable a una tasa del 5,5%. A pesar de todas las dificultades de mercado y de la particular inestabilidad de sector agroindustrial, Molino Cañuelas continúa negociando con los bancos y tiene expectativas de llegar a un acuerdo razonable y cumplible en el corto plazo".
Además, se desmarcaron del caso Vicentín, al remarcar que la deuda es exclusivamente financiera y no tienen deudas comerciales con sus proveedores. Y remarcaron que, en este período de negociaciones, "la empresa continuó operando normalmente a partir del aporte de los accionistas y del capital propio, manteniendo su posición de liderazgo de todos los segmentos de mercado donde opera.