El Comedor San Ignacio abrió las puertas en febrero de este año con la misión de asistir alimentariamente a familias carenciadas del barrio. Comenzaron con un cupo de 78 chicos, pero la merma del trabajo informal por la cuarentena potenció la insuficiencia económica y se vieron obligados a duplicar las viandas.
El comedor funcionaba de lunes a lunes en una casa de la calle Agote 23, donde cocinaban a leña y después, producto del aislamiento, repartian puerta a puerta. Pero este sábado debieron cerrar las puertas por falta de alimentos. A fines de abril ya le daban de merendar y cenar a 150 chicos y 60 adultos.
Quienes están al frente del proyecto podían garantizar los dos servicios diarios gracias a las donaciones de comerciantes y vecinos, que ha mermado considerablemente por la crisis generada por la pandemia. “Nos ayudaban las panaderías San Blas, El Sol y San Agustín, pero ahora se complicó todo”, señaló Debora Angó, una de las impulsoras de la iniciativa.
“La comida la dona la gente y también sale de nuestros bolsillos. Uno de los que dona es mi hijo Rodrigo, que cuando cobra su asignación va al súper y compra mercadería”, agregó.
Para volver a asegurar un plato de comida caliente en más de 50 mesas del barrio, el comedor precisa donaciones de alimentos no perecederos y leña, ya que la casa no cuenta con gas y todo lo cocinado sea hace con fuego de maderas.
Para ayudar con donaciones comunicarse por WhatsApp al 2226-487620, o llamando al 0221-156026615.