El próximo sábado 29 de febrero, Víctor Brignani, cumpliría 100 años y sus hijos, nietos y bisnietos le rendirán un homenaje en el cementerio municipal, a partir de las 17 horas.
Desde la puerta de lo que fue la Casa Brignani, Miguel y Rosa (dos de sus hijos) retrataron recuerdos de su padre en las cámaras de NacPop TV. Eduardo, desde Barcelona, y Margarita, desde Río Negro, sumaron reminiscencias a la distancia.
Víctor Brignani llegó muy joven al pueblo. Con 19 años, comenzó una pujante vida comercial. Primero con un local en Libertad y Belgrano, después en la calle San Martín y por fin, recaló, en un local en la actual Av. Libertad 673.
“Voy a lo de Brignani a comprar un décimo a ver si me gano el gordo” decía uno, y algún otro le pedía: “Víctor, un 43/70, fósforos de cera y una caja de cartuchos del 16 con munición del 3, que voy a cazar liebres”. Casa Brignani vendía cosas de bazar y de juguetería; era cigarrería y lotería; vendía las Gillette, crema de afeitar Palmolive y Eveready con 9 vidas. Era, Lo de Brignani. Para los íntimos, Lo de Víctor.
De risa contagiosa y saludo abierto, se implicó vivamente en la vida social, política y religiosa de Cañuelas por aquellas épocas.
La Acción Católica y la Junta Parroquial supieron de su dinámico compromiso; a punto tal de desmalezar, con un grupo de padres el fondo de la Iglesia para hacer la canchita en la que los pibes jugaran sus picados a muerte; pero eso sí, para ganarse el cielo. Con otros padres también armó el Cine Teatro Argentino, para que esos mismos pibes, y también las pibas (en la misma función pero sin mezclarse) puedan ver cine del bueno, sin el fuego de Isabel Sarli, para no perder el cielo.
También a nivel político, tuvo una clara postura con las respectivas consecuencias por su coherencia. En el ´55 la prensa sensacionalista de esos días tildó de terroristas al grupo de ciudadanos de Cañuelas que apostaba por la caía del gobierno peronista. En dicha prensa se refiere que se habían complotado para derrocar al Gobierno, que estaban dirigidos por Víctor Brignani y que fueron todos encarcelados en una comisaría de Temperley, (Crítica 6a, La Razón, Democracia del 29 de abril de 1955).
Los Bomberos Voluntarios también se beneficiaron de su fogoso accionar. Siendo él presidente se levantó el primer cuartel, con vestuario para el cuerpo de Bomberos y sala de reunión de Junta Directiva. Como el cuartel ya tenía sirena incorporada, solo alguna que otra vez, que coincidía con un inoportuno corte de luz, Don John tuvo que volver a encender con su Avanti una bomba para dar la alarma.
Junto con otros tantos comerciantes generaron el CCC (Crédito Comercial Cañuelas). Lo de Mendigochea, lo de Rizzi, lo de Zabal, lo de Garzón, La Marina, lo de Brignani y tantos otros comercios tenían esta prestación para favorecer a sus clientes con el pago en cuotas. Quién les pudiese decir que fueron, él y sus colegas, precursores de las tarjetas de crédito.
Su vida familiar fue rica y fructífera. Víctor y Rosita tuvieron cinco hijos y un angelito. Promovían las reuniones y encuentros para las fiestas con la gran familia de origen, Los Brignani. Hoy, si viviese, no tendría mesa para sentar a los 17 nietos y 28 bisnietos que devinieron.
Hombre de fiestas y celebraciones, se fue de nosotros, en medio de toda una grande. Se fue casi con el grito de los goles de Kempes y de Bertoni. Para el domingo de la final del campeonato de fútbol del ´78, infló a pulmón, un montón de globos celestes y blancos, levantó un palco, iluminó la calle y cerró al tránsito la Av. Libertad para que todos puedan celebrar a lo grande a Argentina campeón. Su corazón exultante no resistió. Se fue como había llegado y vivido, celebrando.