Con los avances de la tecnología, las pantallas se apoderaron de las producciones periodísticas. Y ese progreso achicó la brecha de calidad de las grandes coberturas, acostumbradas a camiones de exteriores y satélites, con transmisiones realizadas por medios independientes que no cuentan con equipamiento de punta. 

Por eso, la empresa Torneos y Competencias hasta llegó a emitir un aviso a los clubes recordándole cuáles fueron las condiciones plasmadas en un polémico contrato firmado con AFA en 2019, en el cual TyC se convirtió en la única habilitada para "autorizar transmisiones directas" de los partidos. Ese “recordatorio” con carácter intimidatorio aconsejó incluso no acreditar a las transmisiones partidarias, dejando en claro que desacatar esa indicación podría tener consecuencias en el dinero pactado por derechos de televisión.

Este convenio es considerado por los medios partidarios, preexistentes a la ambición comercial de “Torneos” en el ascenso, como una estrategia para apropiarse de manera desleal los derechos de un evento cultural y deportivo por excelencia, al que llegaron tarde y hacen con impericia informativa. Para las producciones locales y regionales cada partido de su equipo es un desafío mientras que para este “monstruo” es un compromiso.

Además, los equipos partidarios que transmiten por streaming la pasión de su club de barrio coinciden en que esta prohibición es un atropello a la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual que se promulgó hace 10 años y que en su artículo 77 y bajo el título “Derecho al Acceso”, expresa que “el Poder Ejecutivo nacional adoptará las medidas reglamentarias para que el ejercicio de los derechos exclusivos para la retransmisión o emisión televisiva de determinados acontecimientos de interés general de cualquier naturaleza, como los deportivos, no perjudique el derecho de los ciudadanos a seguir dichos acontecimientos en directo y de manera gratuita, en todo el territorio nacional”.

Es por eso que hace dos años, la agrupación Medios Partidarios Unidos decidió reclamar de manera recurrente y sistemática ante el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) para exigir que se detenga esta censura entendiendo que el fútbol es un bien cultural y que pensarlo políticamente es pensarlo desde su acceso y no desde una mirada lucrativa.

La expectativa que había generado el punto final del gobierno macrista, que operó hasta el cansancio para instaurar las sociedades anónimas deportivas y darle un formato netamente lucrativo a una de las grandes pasiones argentinas, comenzaron a diluirse en un 2020 pandémico.

Las prioridades del gabinete de Alberto Fernández se focalizaron en salud y economía, los dos cimientos más taladrados durante el primer año de gestión. Pero la intervención de un ENACOM, presumiblemente con un enfoque de comunicación más plural, transversal, de libre competencia y con mayores posibilidades de accesibilidad para la población, aún no ha tomado posición ante el reclamo de los medios locales y regionales que también son generadores de empleos genuinos y obtienen excelente resultados.

El caso testigo es que las estadísticas sobre el contenido producido y elaborado por NacPop TV superó en el año 2020 los 2 millones de reproducciones en sus plataformas y redes sociales. Esto sin contabilizar la final por el ascenso a la B Metropolitana disputado en enero, que superó las 150.000 visualizaciones.

El leitmotiv de los medios partidarios es competir en igualdad de condiciones. ¿Goliat no debería tener temores de que los amantes del fútbol elijan el contenido? ¿O sí?