La naturaleza golpea la puerta en medio de la cuarentena. Detrás de la ventana, los niños y niñas que atravesaban el cuarto día de aislamiento tuvieron una grata visita. Dejaron el celular, la tele o la play para ver como las vacas pastaban en el pastito de la vereda.

Sin que nadie las moleste, una decena de vacas “invadieron” la zona residencial de calle Rawson. Ante el silencio y la tranquilidad que ofrece esta atípica actualidad hace que animales se animen a extender su hábitat.

Y no sólo pasa en Cañuelas. Este fenómeno ha generado que se pueda ver un oso paseando por Asturias, un jabalí corriendo por las calles de Barcelona, cabras brincando en una plaza de Albacete, cisnes desplazándose por las aguas de Venecia o un delfín nadando por las costas de Cerdeña.

Especialistas en Zoología reconocen que la disminución de actividad humana propicia que los animales amplíen su territorio y que se animen a dirigirse al corazón de una aplacada urbe, sin ruidos y sin movimientos intimidatorios.