El fuego se desató pasada las 9 en la casa de la familia de Fernando Domínguez, presuntamente por un desperfecto eléctrico. Tres dotaciones con más de 10 bomberos llegaron rápidamente para detener la expansión de las llamas, que por el techo ya habían alcanzado la casa contigua de la familia Bianco, donde se encontraba un menor durmiendo. Domínguez observó toda la secuencia desde la calle -con su perra de 12 años en brazos- apenado y llorando.

Fueron los vecinos quienes alertaron la situación y acudieron al pedido de auxilio. Los bomberos trabajaron en el interior y sobre los techos, desclavando la zinguería y las chapas para descomprimir la combustión generada entre el machimbre y la cubierta de zinc.

En 80 minutos de ardua labor, el cuerpo de bomberos controló el fuego y permitieron el ingreso de los dueños de las propiedades para observar las pérdidas materiales. En el caso de la familia Domínguez, además del deterioro de techos, paredes y electrodomésticos sufrieron la destrucción de costosos medicamentos de Valentín, el hijo menor de la casa que está bajo tratamiento
continuaron con el desalojo de los objetos y materiales perjudicados por el incendio.

Si bien no hubo que lamentar personas heridas sí daños materiales en la estructura de las dos casas. Uno de los residentes damnificados, Fernando Domínguez destacó la pérdida de elementos medicinales para su hijo, quien padece epidermólisis ampollar, enfermedad conocida como “piel de cristal”. 

La presencia de varias unidades sumado al despliegue policial en la zona, llamo la atención de muchos vecinos que por momentos temieron una tragedia, pero la situación indicó todo lo contrario, ya que no hubo que lamentar heridos.

Los propietarios residentes de las viviendas se encargaron junto con el cuerpo de bomberos de retirar los pocos muebles, artículos del hogar y artefactos electrónicos rescatables. En el interior las huellas dejadas por el fuego y el humo impregnado en las paredes daban cuenta de la magnitud y la rapidez que había tenido el incendio.