Ocho segundos bastaron para que un delincuente concrete un hurto en una vivienda del barrio Morgante, ubicada en Sarmiento al 2200. Un rastrero de aspecto juvenil saltó la reja del frente y en apenas 8 segundos tomó un taladro y escapó junto a su cómplice.
Pero detrás de ese veloz pique corto los dos cacos realizaron un estudio previo de los movimientos de la casa, donde desde temprano estaban trabajando albañiles, cortando una pared en el interior.
Las cámaras de seguridad de la vivienda captaron toda la logística hecha por los cacos, que durante esa mañana de lunes pasaron varias veces por la vereda, pispeando qué pasaba detrás de la reja y qué podían robarse.
A las 12:38 los albañiles se van del domicilio, dejando las herramientas en el patio delantero mientras la dueña de casa limpiaba el polvillo, con la puerta abierta.
A los seis minutos, 12:44, el ladrón que posteriormente termina ingresando al domicilio manotea el picaporte de la reja que estaba cerrada con llave.Tres minutos (12:47) después regresa para intentar abrir el portón, que también estaba cerrado. No se dio por vencido y se acercó a las 12:51, golpeó las manos y se hizo pasar por vendedor ambulante, ofreciendo un producto que no tenía, seguramente para comprobar cuantas personas había en el interior y calcular si había tiempo para pegar el zarpazo saltado por sobre la reja.
Cuatro minutos después de que la dueña de casa desistiera de la compra, a las 12:55 el rastrero vestido de joggins negro, campera deportiva Nike de color azul y blanca y una gorra con víscera roja; trepó por la reja, saltó hacia el interior, tomó una agujereadora y la lanzó hacia afuera, donde esperaba su cómplice, que llevaba un pantalón gris, un buzo negro y una gorra blanca y azul.
"Ficharon los movimientos de la casa desde temprano. El miedo que nos queda es que un minuto antes y dos minutos después del robo estuvo mi nena jugando a la pelota en el patio de adelante. Los patrulleros pasan una vez por semana por acá", sostuvo la víctima.